Una pequeña Piedra

Había dormido bien y en esa cómoda cama, tuve otro sueño de Pan Do, pero no lo recordaba. Al levantarme limpie al niño, me lave la cara, vi que no tenían cepillo de dientes estos, busque en mi morral y allí tenia algunas cosas que había comprado, mastique el chocolate, no sabia si aquí habría, pero se lo di a Ariel y lo comió muy alegre. Mire su cuerpo  en intente que caminara, tenia todavía sus pies débiles, así que saque el durazno, corte la porción de cada uno y lo volví a guardar.  Pronto me llegaron alimentos a mi cuarto llevado por una enana, que le agradecí con un cumplido, ella dijo algo, no le entendí, pero esta bien, seguro ella tampoco me entendió.

Hice mi saludo al sol, mis rezos matutinos junto con el niño que trato de imitarme, pero pronto se aburrió y se puso a jugar con Vadis que lo trataba como un alfa trata a un cachorro, ósea lo ignoraba.

Salimos del cuarto y fui a la letrina de afuera, yo también tenia que descargarme, extrañe el papel higiénico.

El niño estaba inquieto en el patio así que lo baje al suelo para que e moviera un poco y yo comencé a enseñarle que las rocas no se debían morder.

-              Roca no se come. Roca.- Le señale la roca.- No.- le hice el signo de no y moví la cabeza serio, entonces sentí que se me reían a mis espaldas.

Puse al niño al lado de Vadis y observe a dos elfos que me miraban y se reían, hacían ademanes de que tenía pechos y hacían gestos que con ellos amamantaría a Ariel. Me di vuelta, tome una piedra, una pequeña, pero no tanto como para que no doliera  del suelo y se la arroje en la  cabeza. Este se sorprendió  y casi se cae, y con mi bo marque una línea en el suelo, retrocedí dos pasos, me puse en guardia e invite  a la pelea.

Este se puso furioso con su espada y escudo en mano, yo simple mente lo espere tener a distancia y esquivando su espada lo golpee en sus piernas tirándolo al suelo, el estruendo de la armadura  fue terrible, la gente se alboroto y nos rodea.

Al estar cerca de él aparte la espada de su mano después de presionar con el bo. Este intentó levantarse y no pudo, entonces unos  elfos trataron de entrar ayudarlo, y yo me puse en guardia ante ellos, estos se intimidaron y no lo hicieron, después supe que eran sus escuderos.

Este rodo y rodo para levantarse pero yo se lo impedí a golpe de bo, cada vez mas fuerte, tanto que abolle su armadura.

-              Perdiste señor elfo, ahora me perteneces, arrodíllate ante mi y te devolveré la libertad.

Nadie me entendía, uno de los escuderos se acercaron con una bolsa de monedas de oro que habían juntado, las mire y las tome, escupí el suelo y me aparte dejando que lo levantaran. Tome al niño y me retire al castillo nuevamente, no era como para armar una turba.

Mientras me dirigía a mi cuarto se me hacerco el elfo.

-              ¡Que has hecho!

-              Pues defendí mi honor.

-              Pues la hubieras dejado pasar, golpeaste al hijo del general de este castillo.- Típico, a mi me pasaban estas cosas.- Mejor será que te disculpes.

-              Nunca.

-              Bueno, entonces usaremos el plan b, el irnos.

-              ¿Por qué tienes tanta lealtad hacia mi?.- Pregunte curioso

-              Digamos que eres la persona mas importante para un amigo.

-              Caramba, me gustaría conocerlo.- Y evadiendo la respuesta me dijo.

-              Toma tus cosas, las del niño y nos vamos.

Entonces tome todo lo que podía, hice una mochila con una colcha y salimos al patio, allí el elfo  me hizo subir a un dragón, se subió el también y partimos.

El viaje fue siempre descendente y rápido, yo abrazaba al niño con  fuerza  y a mi perro con la otro brazo, mis pies eran los que me sostenían  en aquel dragón, el elfo vio mi dificultad, hizo una magia  me sostuvo más firmemente a mi asiento.