Sanches y Vieites

Ella era joven y muy alegre que guastaba de la buena vida. Un día en una de las  fiestas que el instituto al cual iba organizaba, conoció a un joven de pelo rojo llamado Javier. El joven era comprador y buen orador y muy misterioso, y como cualquier joven del instituto idealista y educado. Ellos se cortejaron platónicamente sin llegar a conocerse ya que solo eran unos jóvenes adolescentes e inocentes. En la época se acostumbraba al llegar a la edad moza se comprometía a las niñas y ella no fue al excepción fue dada a un hombre de la familia Sanchez y Vieites.

Ella dio la noticia de esto entre lagrimas a el joven Javier, este dijo que se irán juntos a un lugar mejor y que el tenía dinero suficiente para un buen pasar y así lo decidieron. Pero los días de cortejo del Señor Sanches y Vieites se dieron y comenzó a nacer iteres o  amor, no se sabia, pero la joven comenzaba a perder interés en su amante y cada ves menos lo frecuentaba hasta el dia que el joven Javier se enteró que estaban comprometidos. El corazón se le rompió en mil pedazos llorando lastimeramente en los brazos de la india de su madre. Esta dijo que la olvidara y que ella le había advertido que las mortales eran muy volubles y cambiantes, pero él no se daba por vencido e intentaría fugarse con ella el mismo día de su casamiento. La iglesia fue lujosa y la fiesta también con gran pompa en esa bell epoque. La mansión era grande y muy señorial y el joven Javier se había disfrazado de un sirviente; sirviente el cual había sugerido al joven Sanchez y Vieites que jugaran a la escondida en la gran casona para pasar el tiempo, cosa que acepto sin dudarlo.  Una vez que todos se separaran él se quitó el disfraz y caminando por entre las sombras se acercó a la joven que estaba jugando. Esta se sorprendió al verlo y le pidió que se fuera. Este no quería irse e insistió una y otra vez que se fueran a un lugar mejor con el que el la colmaría de bienes.

- No, eres hijo de una india, o acaso no creas que yo lo desconozco eso. Mi marido te hiso investigar cuando lo pedí. Jamás me casaría con alguien de tan baja estopa. Mejor vete y olvídate de mí antes de que te vean y te metas realmente en problemas.

Y con estas palabras la joven se alejó dejando solo a Javier. El lloro, lloro mucho, y mucho se enfureció.

La joven ya había olvidado su encuentro cuando decidió ir al altillo a esconderse y al llegar a este encontró un arcón muy grande y vacío.

- Este es el mejor escondite que hay.- Dijo en vos baja y acto seguido se metió en el.

Pero al bajar la tapa, el joven Javier en su real forma de un zorro con una pequeña flama en la cabeza bajo los pestillos del arcón y lo cerró a cal y canto.

Al salir de aquella casa se fue con su madre a hogar para no ser visto nunca más, como la joven, en aquella ciudad.

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