Revelaciones Desenlace

Al traspasar el puente maravilloso  fui separado de mi maestro, a este lo llevaron, según me digiera después  a una  torre en cambio a mí me dejaron en el patio principal.  Este lugar estaba preparado con muchos asientos como si un gran espectáculo se fuera a dar, había muchos soldados, magos y sacerdotes, además de nobles que  se acercaron a ver lo que vendría.  Luego de que el mismo Veloviento se sentara en un trono allí improvisado con una sillas y bellas pieles fui  desnudado, mi cuerpo afeitado menos mi rostro dejándome solo con mi cuero y torturado con hierros, látigos y fuego. Cuando estos dieran por acabado fui curado con sal y vestido con ropas echas con bolsas como la que se usa para las cosas del campo, luego fui  nuevamente encadenado de tal forma que de mi solo se veía mis ojos atreves de una máscara de hierro. Fui en primer momento alojado en un calabozo húmedo y olvidado, solo acompañado por la oscuridad y cuya única música que llegaba a mis oídos era de tanto en tanto el caminar de los guardias. Estuve asi encerrado varios días, según calcule, verazmente no lo sabía, en ese lapso de tiempo no fui alimentado ni siquiera bebí algo de agua, solo me mantenía con vida mi voluntad.

Cuando vinieron por mi fui guiado a una sala llena de armas con largas mesas rectangulares con blancos manteles llenas de copas y vino. Allí a mi entrada había músicos, bardos, sacerdotes y magos, todos me esperaban como si fuera el plato principal de su banquete.

En la mesa del rey, que estaba a un nivel superior se sentó Veloviento con toda su familia, al parecer su consorte  y sus cinco hijos presenciarían mi juicio junto con los mas condecorados e influyentes.

 

En un atril construido especialmente para mi fui colocado y exhibido como si fuera un tratado de medicina, con la diferencia que a estos últimos no lo encadenaban.

El salón se llenó de nobles curiosos y para mi tranquilidad llego quien me enseñara los primeros pasos en la magia, cuando este cruzo su mirada con la mía le hice sentir que todo estaba bien haciendo que mis ojos sonrieran con un afable gesto. Hubo música, mucha comida y aromas deliciosos, todos acrecentado por mis días de encierro. Se festejó realmente mientras estaba encadenado, los mozos arrojaban la basura a los pies de mi atril para que los perros comieran de ella, allí fui orinado muchas veces.  Mi voluntad flaqueo por unos momentos. ¿Hacia bien en soportar todo este dolor y toda esta humillación? Yo sabía que era para un fin y la verdad agradecí que no se me viera el rostro porque si no verían mi consternación y mi duda.

En un momento tanta jarana  acabo y comenzaron a levantar las cosas  para acomodarse para disfrutar de un espectáculo, como maestro de ceremonia hablo el mismo Veloviento.

-              Bien, dos traidores y dos historias muy diferentes, usted señor de Wotan será el primero en ser juzgado.- Allí interrumpí con voz potente y dije.

-              No, deseo ser yo el primero en ser juzgado.

Todos rieron y el rey también lo hizo, y en un ademan de superioridad me contestó.

-              Así que deseas llegar más rápido al patíbulo, pues bien.- Este lo dijo en un tono burlón y todos rieron.- Tu Qwon Pan Do, eres culpable de atacar a un noble, de insubordinación, de intento de magnicidio por una maldición, de burlarte de nuestras tradiciones militares y de escaparte cuando te apresamos. ¿Tienes algo que decir a todo esto?

Yo sonreí, pero no pude contenerme y reí muy fuerte con muchas carcajadas cortadas con algunos espasmos de dolor. Un viento curioso  sopló, su entrada fue muy dramática,  se cayó un candil y todos quedaron en silencio.

-              Atrevidas palabras para quien fue mi rey, pues yo no te maldije, solo te advertí que lo que por mi mano debería ser detenido no los será.

-              Tu estas encadenado y totalmente sumido ante mi poder, que podrías hacer en mi contra.

-              Yo nada puedo hacer en tu contra ya que eres mi rey.

-              Deja de repetir eso.- Grito.- No soy tu rey, no lo seré y si alguna vez lo fui dejo de serlo ahora mismo.

-              Gracias.- le respondí.

Entonces con un simple movimiento rompí  las cadenas y estas cayeron por el mismo calor que emitía cual papeles quemados. Todos gritaron  y se armó revuelo. Con un andar tan rápido que no podía ser visto cerré las puertas y ventanas para que solo el resplandor dorado que yo emitía fuera luz. Volví a mi atril me sacudí las cenizas de las cadenas.

-              Veloviento, te contare algo, los portales a las bolsas, su esencia no puede ser destruida, por eso cuando la piedra basal de un portal se rompe este con el tiempo aparece en otro lado. Pues piensa. ¿Yo hubiera sido capaz de dejar al portal de Infierno que vagara a su antojo?. La respuesta es no, y por ello lo hice con mi misma esencia, yo soy ahora dicho portal y tu me trajiste a tu presencia, a tu castillo.

Un nuevo y alarmante murmullo de los asustados concurrentes al banquete se inició, el sumo sacerdote trato de canalizar su magia al igual que el mayor de los magos de invocarla, pero nada resulto.

-              Como portal que soy tengo acceso a varias maldiciones, entre ella la que he puesto en esta sala y es la de la magia nula, no hay magia para nadie aquí. Y tu rey Veloviento, con todo el sufrimiento  y humillación que me has propinado has abierto las puertas a Infierno.

Entonces abrí la boca tan grande que la barbilla tocaba el suelo y un ovalo de luz negra quedo en el suelo y de ellas comenzaron a salir bestias aladas con cuernos y alas correosas. La cerré para dejar ver mi satisfacción. Los guerreros trataron de defender de los demonios a su rey pero caía uno y aparecían tres. Yo me adelante paraque me viera mientras flotaba.

-              Rey, estas condenado, tu entraras a Infierno, y mientras más te resistas más de los tuyos morirán, ten decencia y salva a tus súbditos.

-              Yo soy el rey.- Grito entre el tumulto de seres inmundos para que fuera escuchado.- No me rendiré ante un demonio.

Me reía de forma muy ronca, todo el lugar era inundado por mi burla.

-              Tú no eres mi rey, así que yo mismo te tirare dentro, por cierto, un portal a Infierno se abre ante la crueldad y los bajos instintos, y tú me has proporcionado generosamente eso.

Fui hacia soldados que lo protegían, uno se fue hacia mí con su espada enarbolada para un estoque, con un simple golpe en el chacra de la fuerza lo deje tumbado en el suelo, luego se me abalanzaron todos así que utilice “Puño del viento” que consistía en una lluvia de golpes que inundaron el lugar dándole a todo el que se me acercaba. Uno aprovecho que estaba peleando muy concentrado en mi frente para querer clavarme por la espalda su espada, pero esta en ves de entrar en mis carnes se partió en dos, como dije hace mucho,  el ki es algo maravilloso. Aquella reina al verme avanzar por entre sus guardianes tomo una espada corta muy filosa y arremetió contra mí, esta callo como cayeron aquellos que se interponían en mi camino. Este cobarde se cubrió con sus propios hijos los cuales me atacaron, yo simplemente los ignore y avance, pero me garantice que mi ki los asustara con el ataque de “la serpiente y el sapo”, ataque en el cual avasallo al espíritu guerrero del enemigo con mi presencia.  Cuando estuvimos cerca el rey tomo su espada, esta se partió como ya hiciera otrora, luego tire la corana con un golpe  con el dorso de mi mano al suelo. Lo tome por sus pelos y lo arrastre al portal. Este gritaba, suplicaba y me prometía muchas cosas por su vida, yo simplemente le dije.

-              Sellaste tu destino cuando me humillaste y cuando me torturaste para tu diversión.

Entonces alguien me golpeo con una botella en mi espalda, me di vuelta y mire al niño que antes pretendiera atacarme.

-              Deja a mi padre.- Le clave la mirada y le dije.

-              Quiero mi venganza.

-              Te aseguro que si vivo yo me vengare de ti.- Me recorrió un sudor frio.

-              Quiero una recompensa por su vida si puedes pagarla.

-              Tu pide y se te dará.

-              Quiero los territorios de mi poblado  independientes este gobierno yo seré ahora su rey y estos serán desde la montaña hasta el mar cubriendo hasta los poblados aledaños.

-              ¿Solo eso quieres?

-              No, también quiero que el deje de ser rey.

-              Jamás, jamás dejare de ser rey.- Grito desesperado.

-              Tu reina. ¿aceptas el trato?.

-              Lo acepto, pero déjalo en paz.

Lo arroje al suelo y con mi dedo hice una marca negra en su frente.

-              Si alguna vez te levantas contra mí tú serás llevado a Infierno por esta marca y si tu  familia lo hace será maldita.

Las criaturas se retiraron, cerré el portal y mientras me dirigía hacia las puertas el rey tomo uno de los arcos y con una flecha mágica me la arrojo.  Esta se clavó en mi brazo ya que gire para defenderme pero el Rey Veloviento dejo de existir en estas tierras envuelto entre una luz morada. Saque la flecha y la guarde en mi bolso que había aparecido a mi lado, luego desaparecí.

Una vez en el hogar que había creado en aquella montaña, ahora de mi propiedad descanse sin dar explicación alguna de lo ocurrido.