Revelaciones Cuarta parte

Al día siguiente, después de hacer evolucionar tanto física como mental y espiritualmente a todas y cada una de mis creaciones, o de mis niños como yo les comencé a llamar fui a por Trébol Danzante. Ahora ya no llevaba ni llevaría más mi disfraz, estaba orgulloso de lo que era y lo que debiera ser será. Flor Feliz que era la vigía del palacio del rey vino a mi muy alegre rodeándome con muchos colores y hablo.

-              Que felicidad, decidiste sacarte el disfraz, ahora eres más bello.- Me reí y respondí.

-              Para que contradecirte si es la verdad. Pero vengo a avisar, pronto vendrán por mí y me ausentare por un corto tiempo, pido que cuiden a mi niño  a Vadis.

-              ¿Cuánto te ausentaras?

-              Tres semanas como mucho pero vendrán a por mí en unas horas, guárdense por su seguridad.

-              Estaremos atentos ¿y porque no le dirás todo esto a Ariel?

-              Ya hablare con él en sueños, si lo veo querrá venir conmigo.

-              ¿Y dónde iras?- Dijo revoloteando curiosa.

-              No esta mesurado.- Le respondí sonriendo.

Luego de desearnos buena suerte  subí a Jun y volví al hogar para modificarlo, ya no era una casa, era un poblado de criaturas que tenían el derecho de vivir.

¿Qué nombre ponerle a la ciudad la que creara? No sabía, ya tendría tiempo para eso, y en esta labor pase un día entero. Al tercer día vi que a lo lejos se movía un batallón de gente, vinieron antes de lo que yo pensara, rápidamente comencé a guardar todo mi laboratorio, no debían encontrar nada que los guiaran a mis experimentos.  Luego de escribir mi diario utilice mi magia para guardarlo todo, la ayuda de mis pequeños no era suficiente. Al terminar cerré las cámaras con el mismo arte que se hiciera aquella mastaba. 

Escuche los sonidos de un cuerno cerca de la entrada y al ver quien era observe a un mago secundado de dos sacerdotes montados en gigantescas lechuzas.

-              Qwon Pan Do, por órdenes del rey Veloviento  este arrestado.- Gritaron estos para que apareciera.

Salí vistiendo mis ropajes naranjas de monje secundado por mis pequeños.

-              Me entregare y sin lucha, con la condición de que dejen este lugar en paz, que no toquen este pequeño poblado ni a quienes viven aquí.

-              No estás en posición de pedir nada.

Avance hacia ellos tranquilo caminando sobre el aire para que me escucharan bien sin gritos y les dije.

-              Puedo reducirlos a todos a cenizas con los mismos modos que espante al Chatapodi, retenme, y su destino será sellado.

Entonces volví a la entrada de mi hogar para que discutieran sin problema.

-              Si estas criaturas rinden vasallaje como todos al rey Veloviento no habrá problemas de dejarlas en paz, pero tu deberás ser sumiso con nosotros.

-              Mientras respeten su palabra y no me humillen tendrán mi colaboración.

-              Trato hecho entonces, dejaremos este llegar en paz bajo tu palabra de colaborar, solo dejaremos aquí a algunos sacerdotes y soldados para que el represéntate de estos firmen los tratados de vasallaje. ¿A quién debe dirigirse?

-              A Sirente. Ven aquí, estos hablaran contigo.- Le dije pidiéndole que se acercara.

Entonces me pusieron grilletes en las manos muy ajustados, tantos que apretaban mi pelaje de forma dolorosa y otro en mi cuello, un bozal de hierro y otro en los pies, todos unidos con una cadena y encantados para evitar mi escape. Como despedida solo le sonreí a la elfa y esta acento la cabeza y me devolvió la sonrisa.