Proposición gladiadora

Me dirigí tranquilamente hacia el comedor y busque un lugar como cualquier soldado que llega tarde.  Desde donde me senté vi a Axel y Axis  en la mesa de los capitanes discutiendo seguro alguna cosa importante. La comida estaba deliciosa, era salchichas de tamaño generoso en un guiso bien espeso, cabe aclarar, que como siempre lo hacia siempre en la noche, me acompañaba Ariel y Frida. Todo era muy animado y se elogiaba a los cocineros cuando alguien hizo un fuerte sonido golpeando una espada saber la mesa, era Gunter que pedía la palabra. Cuando tuvo la atención y el silencio hablo.

-              Bueno señores, sé que ya hubo rumores, y son cierto, hoy es mi último día aquí y mi remplazo será Qwon “hijo de montaña” Pan Do, como le suelen decir.- Era la primera vez que escuchaba eso y me gustaba.- Así que Qwon, ven, este es tu lugar.- Y parándose  de donde estaba  se sentó en una silla aledaña.

Me dirigí hacia allí entre vítores, yo saludaba a todo el mundo con el niño en brazos y seguidos por Vadis y la nana.  Una vez que me senté allí fui palmeado por mis antiguos estudiantes y los capitanes, el titulo de general era codiciado por todos y sabía bien que había algunos recelos por mi aserción vertiginosa en la carrera militar, injustificada según algunos, así que con un discurso pondría paños fríos, o al menos esa era mi intención en un primer momento. Nuevamente llame la atención de todos con una espada y al silenciarlos hablé.

-              Compañeros, amigos, discípulos, sé que algunos dicen que no estoy de a la altura de mi puesto y decidiré zanjar semejantes palabras. En mi tierra, Pan Do, el jefe no era el mejor guerrero sino el que más y mejor sabía enseñar, ósea, que tenía más para enseñar y yo tengo más conocimiento que cualquiera de ustedes.- dije señalando a la soldadesca.-  ¿Y cómo probare mis palabras? Fácil, en dos semanas veinte de los más hábiles guerreros lucharan contra mí y verán como venzo a cada uno de ellos.- El silencio y la pausa se hizo incomoda.- ¿Y para que hago esto? Para demostrar que mi modo de lucha y mis enseñanzas son superiores a la de cualquiera aquí además de que mis estrategias son más eficaces y que mi ímpetu joven puede con cualquier maña que da los años. ¿Puedo ser vencido? Obvio que sí, y más placer seria verme vencido, porque así sabría que hay un maestro aparte de mí mismo en este fuerte. Con esta competencia saldrán maestros que enseñaran estrategias a todos para convertirnos en armas mortales y eficaces.- Ariel estaba en el suelo y me pidió que lo alzara y así lo hice.- ¿Cuál es la base de mi fuerza? Pues la familia, esto me la da, y quiero que todos tengan la fuerza suficiente para poder defender sus familias ante cualquier cosa que se nos presente y sé a ciencia cierta, que lo peor esta por venir. El Chatipodi no es más que un titán confundido, el portal de Infierno no era más que un montón de piedras cargadas y aquello que manejaba estas cosas vendrá a nosotros, no cabe duda, pero nosotros estaremos aquí esperando y defenderemos nuestras tierras.- Tome una jarra de cerveza e hice fondo blanco en aquel silencio.- Así que en sus tiempos libres decidirán cuales son los veinte que se enfrentaran a mi.- Y entregando el niño a Frida dije.- Esto  no es una fiesta, coman y vayan a descansar los que no tienen guardia mañana será un día duro.

No me volví a sentar, me dirigí a la salida del salón seguido por la nana. Esa noche acosté a Ariel y fui por el camino secreto a la mastaba, allí fui directo a la cámara que yo llamaba “Cámara de la meditación”  y me puse en meditación profunda. ¿Cuál era el centro de mi meditación? Pues un durazno.

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