Nunca me llamaran cobarde
Tome a Ariel en mis brazos y me decidí ir al barracón.
- ¿Iras con el niño?.- Me pregunto el elfo que fue en mi búsqueda.
- Donde vaya yo ira el si no es que estoy de patrulla.
- Como quieras, solo lo digo por tu bien.
La aldea seguía igual que siempre, el castillo, la gran montaña, el valle, las casa de techo de pasto, los guerreros, las guerreras, las letrinas, y yo aquí mirando todo como si fuera nuevo. ¿Abre tenido un déjà vu? No lo creo… más bien no lo se. Desde que llegue a este mundo y me recupere sentía como que algo me faltaba, algo importante. Estaba en la disyuntiva entre hacer algo bien, algo malo y algo que había abandonado, sensación solo comparable a después del secuestro que me llevara a Lacsmi. En este lugar todos tenían cinco dedos, no seis, el primer detalle, los lampiños conservaban sus seis típicos dedos, pero… ¿Por qué tan violentos?. Los que yo conocía no variaban mucho de los peludos, excepto, claro esta, en su cantidad de pelo. Aquí había algo que se estaba cocinando y que no sabía. ¿Que seria? Estofado seguro por el olor y hay carne, zanahorias y papas. También había tomate, si, el pasar cerca de la cocina me había alegrado.
El barracón era un salón tan o más amplio que el comedor, con un trono grande de piedra en la punta y dos más pequeños, uno a la izquierda y uno a la derecha, no vi a nadie sentado allí. En ese lugar había un mapa grande de al parecer la isla, con lo que parecía los cuatros castillos de los cuatro reinos. También había pequeñas casas que me explicaron más adelante que eran los fortines, cada reino tenia un color, este era el plateado, los otros colores eran el negro, el verde y el azul. La decoración del lugar era con estandartes, cuadros y tapices de gran arte, a diferencia del comedor, parte de este estaba echo de piedra tosca, ni mármol ni nada parecido. Había una armadura, típicamente elfica parada como si de un maniquí se tratara. Esta tenia muchos relieves y era muy solida de casco tipo porcino, al lado de esta, en su lado izquierdo había un cayado que tenia algunas joyas que le flotaban por la parte superior de color rojo, en el lado izquierdo un carcaj lleno de flechas y un arco igualmente impresionante por su ornamentación, supuse que su propietario era el elfo.
En este lugar también había varios arcones cerrados cerca de una mesa redonda y grande, había de decoración muchas armas infinitamente más humildes que la que exhibía la armadura, pero al parecer, por el marco en donde estaban, de una importancia relevante. Allí estaba todo el escuadrón sin el bardo, el cocinero ni los remeros, estaba Forja Pétrea, un lampiño de seis dedos, como debe ser, el elfo y yo. Al parecer discutían algo y al verme me invitaron a acercarme a la reunión. Me felicitaron por mi maniobra pero tuve dos regaños, uno, por no haber consultado a mi capitán al hacer la misma maniobra por la cual me felicitaban y por traer al niño.
- Si estoy aquí y no hay peligro, el niño estará conmigo, es mi condición para la obediencia.
Se rieron y yo también lo hice. Había que admitir, un bravo guerrero como me veía estando de nana empedernida era curioso para ellos y para mi, pero me había jurado protegerlo como no pude hacer con sus padres.
- La situación es la siguiente.- Dijo el elfo callando a todos.- La incursión de extranjeros se ha visto redoblada y están mas organizados y agresivos que nunca. Han atacado el fortín de Canterbury y quemado todo, no dejaron piedra sobre piedra, no sabemos el destino de sus habitantes pero sospechamos lo peor.- Entonces nos dirigimos hacia el gran mapa y tiraron una de esas casas que señalaban un fortín abajo.
- Necesitamos ir a avisar a nuestros fortines de su peligro, así que mañana partirán ustedes de a tres para….- Levante la mano y sin esperar el permiso que esta seña daba dije.
- ¿Si le avisamos con magia no sería más rápido?.- Todos me miraron.
- No.- Respondió secamente el elfo.- Arreglen sus asuntos y partirán, su capitán aquí les avisara con quien les toca, tu Qwon, eres nuevo, no tienes por qué aceptar esta misión antes de terminar tu entrenamiento.
- Nunca me escondí de mis responsabilidades y no empezare ahora, nadie llamara jamás a Qwon Pan Do cobarde. Solo pido una cosa, quiero ser equipado con un arco, flechas y equipo para fabricarlas por si se me agotan.
- Bien, se te dará. ¿Alguien mas quera algo?
Nadie dijo nada así que dio por terminada la reunión, yo volví con la nana y dije que ya partía nuevamente, le deje el durazno, le explique que era muy importante para el que comiera una porción su pequeño y su perro todas las mañanas.
- ¿No se acabara pronto?.- Entonces le di un mordiscón hasta llenarme y se lo mostré.
- Ves, por más que comas no se acaba.
Entre llantos por separarme de Ariel me dirijo nuevamente al barracón para comenzar con mi misión.