Niños intrusos

Saludé al sol convencido de que haber hecho dormir a Ariel mientras ajusticiaba a los ladrones fuera una buena idea, nada ni nadie haría que él se manchara con la sangre. 

Cosas extrañas comenzaron a ocurrir a partir de ese momento y tratare de explicar todas las que recuerde.

La primera sensaciones explosivas, de repente lloraba, en otros momentos estaba muy alegre y en el pasar de los días sentía una increíble nostalgia, esos cambios bruscos de ánimo eran agotadores, pero la máscara que me puse hizo que el pequeño jamás lo notara.

La segunda que olvidaba donde dejaba las cosas, o cambiando el punto de vista, las cosas cambiaban su lugar. Había juntado un día en un frasco de bayas muy importantes para moldear la pidiera sobre una estantería dentro de la cueva, pero al buscarla horas mas tardes para comenzar las remodelaciones no las encontré, finalmente fueron halladas en el lugar donde tiraba las cenizas y así con muchas cosas. La respiración agitada, de repente se me agitaba la respiración y comenzaba a odiar, o me deprimía de tal forma que ni siquiera quería alimentarme, o al revés, trataba de morir comiendo, cosa que en mi sería algo difícil. Busqué e investigué magias para que me ayudaran pero no halle la adecuada, o más bien, con otro punto de vista, no conocía ninguna que me fuera efectiva, a pesar de todas las protecciones que usaba, seguía pasando, y a pesar de todas las adivinaciones que conjuraba, no logre averiguar la fuente de esto.

Un día me pareció ver un vapor con forma de mujer, parecía una lampiña, era solo contornos y con un largo vestido como no viera en estas tierras, habrán sido unos pocos segundos pero quede muy perturbado.

Otro día me pareció escuchar ruidos a los pies de la montaña, así que protegí de que no hubiera miradas furtivas a donde vivía y baje a investigar que era, baje solo.

 Cuando me acerque vi que eran cazadores elfos con sus ropas típicas verdes de camuflaje, no sabía que buscaban así que decidí seguirlos por un largo rato. Estaban persiguiendo a algo parecido a un venado, el cual le dieron muerte, le sacaron los cuernos, la piel y trozaron su carne. Se mostraban muy alegres y yo me mostraba muy enojado por haberse metido en mi territorio pero razone.

-              No están muy cerca de la cueva, pero si comienzan a ascender a la montaña tendré que poner manos en el asunto.

Por suerte para ellos se alejaron luego de llevar unos hongos que encontraran. Me llamo mucho la curiosidad dichos hongos. ¿Serán para comer? ¿Serán venenosos? ¿Serán condimentos? ¿Serán medicinales? No tenía ningún libro que hablara de ello, así que juntare algunas cosas para vender e iré a informarme.

-              Esta vez espero que no allá ningún picaron que quisiera lo mío, no lo permitiré, esta vez destruiré el pueblo si me ocurre de nuevo.

Fue increíble que me encontrara gritando amenazas a un poblado entero porque no sabía las propiedades de un hongo. Algo pasaba, y debería meditar profundamente sobre ello.

Al día siguiente fui a pescar tranquilamente luego de mis rezos matutinos cuando un par de niños me sorprendieron sin disfraz alguno. Estos se quedaron paralizados sin miedo hacia mi, pero yo fui precavido y agarrote sus músculos, luego los dormí.

Allí estaban a mi merced, dos niños de aspecto humilde, nadie los extrañaría, algo me hizo sonreír. Tome un cuchillo pero enseguida lo arroje al suelo, matarlos no lo quería hacer, solo por verme no era motivo suficiente, así que con una magia algo complicada les borre la memoria e inserte en su mente no acercarse más a por aquí, no sin antes quedarme con sus golosinas, se las llevaría a Ariel.

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