Música
Llega la noche, y como todas las noches, solo estoy con migo mismo, para variar la rutina de dejar de ser, pondría música.
Busco en el dial alguna sintonía y encuentro noticias, conspiración, ruido, nocturna compañía pero nada agradable que me acompañe en el viaje.
Sigo buscando y repentinamente llega a mi algo que me es familiar. ¿Familiar de donde si yo no tenía familia?
Mis recuerdos se agitan con la canción como un torbellino y me inunda una gran melancolía y la necesidad de salir de allí, pero me llevaría conmigo a aquel aparato.
Salgo al patio y viendo las estrellas las hago conmigo en un resplandor dorado que me envuelve y una vez en el cielo me dirijo al templo. Veo la ciudad como si nunca la hubiera visto desde el aire o mas bien como si la hubiera visto una anterior última vez.
Bajo como un rayo a la entrada del templo y encuentro la estatua del que fuera el desaparecido hijo del Gran Maestro, me acurruco a sus pies y entre sollozos me duermo.