Las mujeres no son sirvientes

Me senté a descansar un poco de mi práctica, sin el Ki me  cansaba, me sente  y pensé de que es mi vida. Yo en mis tierras quería ser actor de teatro más que monje, siempre lo quise más y cocinero, pero mírame lo que soy, habría que reparar que paso.

Nací, aunque no recuerdo mi infancia excepto cuando conocí al Comandante, su primera aparición y lo que me marco cuando me llevo abducido a su plato volante. Un exorcismo exitoso de aquel monstro que termino escapándoseme por miedo, luego ir a buscar esa palabra para que me admitieran en la escuela de caligrafía. Luego,  Mei Lin, luego Huar Wei Xian y su secreto, luego, me secuestraron mientras dormía, me escape  y caí en la base Laksmi, donde conocí y rescate a Abu, luego, nuestro escape. Un deambular volando por el mar, unos barcos que representaban cosas muy diferentes, luego la tierra y aquel poblado de granjeros. Allí sufrí mi enfermedad de estómago y me había establecido feliz en aquel lugar viviendo de mi habilidad de predecir los juegos de azar. Nuevamente el espanto me hizo huir abandonando a Abu en aquél lugar sin saber nada. Perdí contra todo aquel que desafiaba en mis artes marciales, comencé en ese momento, pero creo que antes a olvidar cosas. Conocí a mi maestro mono que me enseño  durante muchos meses cosas que habia olvidado y luego, nuevamente mi viaje hacia el este. Allí conocí a Ariel, ese león blanco fantasmal que solo yo veía, y a Urusangal, draconiano pesado por sus galanteos hacia mi. Mi viaje continuo por la gran montaña con él, conocí mucha gente mas, encontré a Vadis abandonado. Luego, el segundo secuestro, esta vez por los hombres de negro. Allí aparezco ya en la ciudad Mei Lin, el gran maestro, y el colegio, aprendí muchas cosas allí y conocí al que llamaría mi hermano mayor. Seguí mi vida, conocí al elfo, vi nuevamente a Memoria y su tonta proposición de ser héroe de no se que. Luego, viví tranquilo hasta que mi hermano Jueding viene a verme y yo decido ir a hacerle una buena comida con esa rica salsa que en aquel parador me enseñaran. Allí conocí a los padres del pequeño Ariel, vi también como los mataban, más bien lo escuche, le salve la vida pero recibí una bala en el estómago, perdí mi ki y termine en este mundo extraño. Voy a un castillo que me reciben bien y yo armo pelea, ahora estoy entre enanos aprendiendo a manejar un hacha que me es desconocida, con un niño y un perro y sin mi bo porque sino no me enseñarían a moverme en este mundo. Suspire y pensé.

-              ¿Porque me sigue la violencia?¿porque mi vida no es común y no me quedo en el monasterio siendo monje, me caso con la chica de la casa de árcade y olvido todo?.- Suspiro nuevamente.- No se si  esa vida es para mi, pero si lo será para el pequeño Ariel, a ti nunca te llegara todo este veneno que yo bebí.- Y le despeino la cabeza.

Estaba sentado cuando escuche como tocaban una campana, me acerque y vi que era la hora de comer. Comimos todos en un salón muy grande , lo curioso es que el elfo y Fuego Arcano eran los mozos, me pareció muy curioso.

Se me acerco mi enano y me dijo.

-              Después de que descanses de la comida comenzaras a aprender nuestros idiomas, el enano, el de los elfos y el gnómico.

-              ¿Tantos?

-              Así es, me recomendó que solo empezaras con tres, en un mes deberás saber defenderte al menos en elfo, que es el más común.

Le agradecí y suspire, porque yo le debería enseñar al pequeño Ariel mi idioma, al menos para que hablemos entre nosotros.

La comida consistía en carne de vaya saber qué, pero muy rica y bien sazonada, un potaje y mucha cerveza, me dijeron que era así porque no había mucha agua potable cerca, se la reservaba para los niños y los animales.

-              ¿Hay niños?

-              Si, pero no comen con nosotros, están en otra parte con las mujeres. Ellas les enseñan el combate y nuestros bardos el resto de las cosas.

-              ¿Las mujeres combaten?

-              Si, ¿porque no deberían hacerlo?.

-              No se, ¿no son algo frágiles?.

Mis palabras se escucharon muy claras en el salón y todos se rieron muy fuerte de mi después de que el enano tradujera para todos.

-              Que no coman con nosotros son porque lo hacen a la noche, ahora los hombres con hombres y las mujeres con los niños y las madres.  A la noche todos juntos como manda la tradición.

-              ¿Y quién nos concina?- Dije sonriendo.-

-              Pues nos turnamos para hacer las cosas.

-              ¿No son las mujeres las que hacen esos queahaceres?.

-              ¡Que no son nuestras esclavas ni sirvientes! Mira, serás muy fuerte pero si alguna se entera que hablas así de ellas te meterás en problemas que ni el elfo ni yo te podremos salvar.

-              Bueno.- Dije arrastrando largamente la e

-              ¿Y cuándo aprendiste a hablar mi idioma?.- Pregunte curioso

-              ¿Quién dijo que hablo tu idioma? Presta atención.

Luego de es siguió tendiendo al resto de la gente, tenía razón, nunca me había hablado en mi idioma, solo lo hacía en el suyo pero yo lo entendía, como extraño hacer eso.

-              Ariel, mañana estarás con el resto de los niños mientras me estén enseñando, y tu Vadis lo acompañaras.- Este me entendí o y me respondió moviendo la cola.

Allí note con agrado que había muchos perros y se le daban las sobras aún mientras estábamos sentados a la mesa.

Haz tu página web gratis Webnode