Ingredientes (tercera parte parte)
Soñé con Pan Do nuevamente, algo lindo y simple que no logre recordar, últimamente soñaba mucho con mis tierras, pero no acrecentaba mis ganas de volver ya que la sentía siempre conmigo.
Me levante con mal regusto en mi boca nuevamente por no tener mi cepillo de dientes, así que salí a buscar uno.
El día era cálido y sin viento, como solía ser en aquel lugar, ahora recuerdo porque no me gustaba el lado este.
Había dos negocios básicamente, o tres, los describiré, sobre su lado derecho había uno que vendía curtiembres y cosas de almacén, pero antes debería ir a comprar algo donde dejar mis copas, un morral, y cosas similares, ese estaba del otro lado, cerca de la estación de combustible, ya que el agua en aquel lugar, la de que se necesitaba para los ómnibus y autos ocasionales no era muy limpia.
Aquel negocio era lindo, tenia de todo, carteras, bolsos, mochilas, juegos de ajedrez de varios tipos de hueso, cacharros y todo tipo de adornos.
El lugar estaba atendido por un par de lobos y un humano, que era el dueño del lugar. Pesie a mis anchas con Vadis mirando todo, tocando todo y eligiendo finalmente, para la alegría de los lobos que me observaban mu fijamente una mochila de cuero, un juego de ajedrez pequeño, una campana pequeña de cobre como para meditar, me gustó mucho su tono, y algunas chucherías de barro para guardar mis ingredientes en casa, todo pagado con mi súper poderosa tarjeta de crédito.
Al usarla un frio me recorrió y la pase de nuevo, un Déjà vu, estaría atento. Al salir deje casi todo, las chucherías y mis juguetes en mi habitación, y salí, finalmente, por mis ingredientes.
Aquel negocio era muy ordenado y limpio, había de todo y todo lo que se te ocurriera, pero lo que no había era carne, de ningún tipo, ni insectos que tanto me gustaban, lo cual era sorprendente porque sus dueños eran una pareja de leones blancos. Los mire muy interesados, esa mirada la vi antes, creo que de Ariel, pero diferente, Ariel era mas tranquilo, estaba en estos pensamientos cuando me abordo la mujer.
- Buenos días, ¿desea algo?.- La voz de esa leona era encantadora y de cerca observe que tenia bajo el pelaje algunas marcas de guerra.
- Si si, mire, estoy buscando estos ingredientes y no en pequeñas cantidades, sino para preparar muchas comidas ya que vivo en Mai Lin.
- Caramba que vino de lejos, a ver esa lista.- Tomo la lista que le ofrecí y comenzó a buscar entre sus anaqueles.
Seguí observando y vi a dos pequeños leoncitos, un niño que no tendría mas de ocho años y uno en una cuna durmiendo, me los quede observando y les pregunte.
- ¿Cómo te llamas?.- El niño se asusto y fue con su padre.
- Se llama Nicolás y el pequeño de la cuna Ariel
- Caramba lo que son las cosas, esperaba mas lobos pero leones aquí, un gusto, mi nombre es Qwon Pan Do.
- Un gusto, mi nombre es Javier y ella mi esposa Lidia.
- Caramba, e visto que no tienen carne de ningún tipo. ¿A que se debe eso?
- Es que nosotros no nos alimentamos de muerte.- Vi al león de cerca y note que este también tenía marcas de guerra muy disimuladas, eso y junto a su andar marcial denotaba que tenia un pasado muy frondoso.
- Lindo negocio, lo felicito, bueno, iré a curiosear si me llevo algo más.
Seguí en mi ronda eligiendo y poniendo en un canasto muchas cosas, realmente ricas y extrañas junto con un par de libros vegetarianos y vegetarianos extremos ya que uno nunca sabe con qué se puede encontrar, cosas ricas hay en todas partes. Lidia termino el pedido y me acerque a pagar, fue jugoso, pero como no pagaba yo sino los hombres de negro poco me importo. Me retire muy satisfecho del lugar con sendas bolsas llenas de cosas muy ricas, cocinaría delicias sin precedentes.
En mi habitación mire un poco de televisión mientras comía dulces de aquel negocio de leones cuando el televisor comenzó a hacer unas fallas, sin esperar que se reparara salí solo afuera a caminar un rato antes de volver a mi hogar, cuando vi en frente de los negocios de los leones dos autos algo lujosos para el lugar y completamente negros. Curioso comencé a caminar hacia allí cuando escuche tres tiros muy potentes, sin mediar pensamiento lleve el ki dorado a mis pies y entre al negocio y lo que vi fue espantoso, Nicolás, Javier y Lidia estaban muertos en el suelo y uno de los cuatro matones de negro apuntaba a la cuna. Nuevamente sin mediar pensamiento me arroje sobre ella prendiendo mi piel pétrea. Mi objetivo se cumplió, detuve la bala, pero no pude frenarla completamente y entro en mi cuerpo, mi ki comenzó a bajar rápidamente. En una lluvia de golpes con mi único brazo libre ya que en el otro tenia protegido al pequeño Ariel di en todos los puntos vitales a esos monstros asesinos, y antes de que explotaran me di vuelta para que el pequeño no lo viera, el estallido dejo carne por todas partes. Mientras giraba vi un cristal de cuarzo lo tome y utilice la técnica que me enseñara el elfo, les apunte a los dos que quedaban y dije.
- Misiles Mágicos.
Un grupo de puños espectrales salieron del cristal golpeando a los asesinos de negro afuera del negocio ya que al verme el movimiento habían comenzado la huida. El ki seguía bajando, así que tome un vaso de agua que allí había y lo arroje hacia la puerta congelando, con otra técnica del elfo toda la parte frontal del negocio, las balas del otro lado no se hicieron esperar, pero el hielo no era normal, era mágico y resistia, pero no lo haría para siempre. Comencé a buscar una salida y vi una puerta trasera, asi que utilice mi ki para envolverme en energía dorada a mi y a Ariel, prestando mis energías al pequeño para que la fricción no lo quemara. El tiempo se detuvo un momento, o mas bien me moví a tan alta velocidad que eso parecía. Salí del lugar reventando la puerta al abrirla y vi que los hombres de negro comenzaban a rodera el lugar y corrí hacia el campo dejando como huellas balas que intentaban darme. Una ves que alcance aquella cosecha de maíz camine de lado y llegue al mundo del elfo. Me senté del otro lado esperando que alguna criatura beneficiosa alcanzara al niño en aquel lugar. Si, estaba muriendo, pero lo hacia por una buena causa, me senté y me envolvió la negrura.Nicolas, hermano de Ariel