Haciendo Ejecicios
El día comenzó bien, había tenido una buena comida, había dormido con otros hombres en un barracón, pero bien, estaba acostumbrado a ello, pero no demasiado a lo que en realidad era aquel lugar.
- Wow amigo, sí que eres grande.- Es una conversación simple, lo se, pero al menos hablaba con alguien en una especie de dialecto de Orinoco.- ¿Va a ser un lindo dia no?.
- Un día muy bello se ahugura por cierto.
- Juego a las cartas (dijo cambiando de tema). ¿y tú sabes jugar?- Mi verdad era que no sabía, pero tenía que caerles bien.
- Amante de lo lúdico me pueden decir que soy, de verdad, pero. ¿Me enseñarías? No conozco los juegos de este país.- Es más, no conocía en qué país estaba pero no venía al cuento.
Me enseño un juego algo simple, agradable, pasadero de tiempo, que servía más que nada para charlar de como hacía para mantener tanto pelaje, cual era mi dieta y que tal me había caído en gracia Naya Delani, la verdad la conversación se me hacía aburrida y trataba de responder lo más afable posible para mostrar mi disgusto a su interrogatorio, pero al parecer le agradaba mi actitud.
- ¿Dime tu qué haces en este lugar?.- Contra ataque con esa pregunta.
- Pues lo usual, limpio, acomodo y hago que este lugar funcione.
- Nada más, y ellos que hacen.- Señale a aquellos que despertaban en esa madrugada.
- Pues lo mismo pero en otras áreas, los más rudos se dedican a reparar los vehículos y los ordenadores.- No sabía lo que era un ordenador, pero pasaría de ello.
- ¿Y no toman las armas como las mujeres.?.
- Ugg, ni loco, a ver si todavía nos pasa algo. Yo quiero verme bello para conseguir una buena esposa, este es nada más un trabajo.
Lo femenino de estas personas (algo comprobado por las conversaciones que entendía) era algo apabullante y realmente me causaba sarpullido en mi pelaje y decidí ir a la cocina a ofrecer mi ayuda. Cuando me guiaron a ella encontré que estaban cocinando solo mujeres, lógico, es su lugar, pero yo como Gran Cocinero les daría una mano, pero estas no entendían mi idioma y al parecer ni que hacia allí. Después de una corta discusión en que repetían algo que no entendía me encontró la perra.
- ¿Qué el día te sea beneficioso?.- Le dije.- ¿Me regalarías tu nombre?
- Asshara y estaré contigo mientras estés en esta base, si no te molesta.
- No para nada, y la verdad me vienes muy bien, dile a estas si puedo ayudarles en la cocina.
Ella simplemente sonrió y no les pregunto nada.
- Es tradición que para mujeres cocinan mujeres, y para hombres generalmente también. Por cierto esta es la cocina de mujeres.
- ¿Hay cocina para hombre y mujeres separados?.¿Y porque de ello?
- Es la tradición, donde come una mujer no puede comer un hombre y si hay un hombre es para servirle a la mujer.
Me rasque la cabeza tratando de comprender tan absurdas tradiciones, y le dije.
- Pues llévame a la cocina de los hombres, por favor.
Cuando llegue a aquel lugar este era más pequeño, más limpio y más bullicioso, al menos era una cocina y me sentía en mi hogar. Lo primero que me tuve que acostumbrar era al mobiliario que daba fuego, era diferente, no era a leña, era extraño como las luces y los carros, pero efectivo, con una sencilla explicación supe manejarlos, igual estaba mi amiga para corregirme, lo cual descubrí que no sabía cocinar, pero si traducir muy bien las correcciones de los otros hombres que allí había. Me fije en lo que había en la alacena, en el depósito y los que ellos llamaban heladera y encontraba solo verduras, frutas huevo, leche, algunas especias, cereales pero no carne, cuando pregunte por ella mi traductora me dijo.
- En esta tierra no comen carne, eso se considera pecado y estos lugares son muy religiosos.
Espanto, horror y decepción de aquella cocina. Una cocina sin carne es como…una cocina sin carne; realmente no sé cómo describir la situación, así que prepare lo que pude con lo que tenía.
Como ya era tarde solo prepare para mí ya que los otros estaban ya comiendo y hablando en el comedor pero a causa de lo rápido que soy cocinando pude ir con mi comida allí. ¿Fue estupor o asombro lo que vi en esos rostros? No lo sé y la verdad no me importaba. Según mi traductora algunos preguntaban que comía, porque comía tanto y como lo cocinaba; comenzaba a romper mi centro su actitud ya que al parecer acá las palabras prohibidas corrían como reguero de pólvora en los días de fiestas. Hubo uno que se acercó y me hablo en un chistoso asentó en mi idioma.
- Disculpa, he visto tu comida y parece muy deliciosa. ¿Me haces probar?
Yo con gusto cedi algo de mi alimento a cambio de algo del suyo, de algo sin sabor ni consistencia por cierto. Este comió con mucho gusto.
- Realmente sabes cocinar muy bien. ¿Eres un cocinero?
- Entre otras cosas si, aunque se un par de cosas más.
- ¿Cómo que?
- Como pelear, como escribir con increíble caligrafía o ser un iniciado en las artes del teatro.
- ¿Enserio sabes pelear?.- Dijo con asombro.- A nosotros nos es prohibido aprender a pelear y usar armas.- Parecía un chiste, pero miro de reojo a mi traductora y callo su boca a lo que iba a decir.- Supongo que es lo mejor para nosotros no, ya que somos más débiles, más impulsivos demás de que esas cosas rudas se encargan las mujeres.
De rápidos bocados termine mi comida y me retire ya que me estaba doliendo la cabeza, ese mundo estaba patas arriba. Busque un lugar apartado, luego de limpiarme, y me puse a meditar.
Ese mundo tenia las reglas al revés, se ve, además de ser extremo en sus creencias, me sería difícil vivir allí, pero también me hacia reflexionar. ¿Cuántas veces yo en mi tierra trate a una mujer de forma parecida? Que yo recuerde muchas, pero no lo hacía de forma consciente, y la verdad no creo que estuviera mal, pero ahora veo lo mal que se pudieron sentir ellas; de todas formas el lugar me desagradaba y tenía que volver a mis tierra apenas pudiera, cuando recuperara mi ki, entonces con decisión me puse a hacer mis ejercicios matutinos. Algunos hombres pasaron por allí y se me quedaron mirando un rato, preguntaban algo a mi traductora y se iban, no sé si quería saber que decían, pero pregunte.
- Ellos preguntaban sobre qué ejercicio estabas haciendo y que necesitarías mucho para mejorar tu línea.- Mi curiosidad malsana fue satisfecha.
Lo siguiente que me procure fue un bastón, uno largo de madera pero al no tener tuve que procurarme uno de metal, debía de conformarme con lo que tenía, entonces seguí con mis ejercicios esta vez con mi bastón, cuando mi traductora me dijo.
- Es inapropiado que exhibas habilidades con un arma aquí y que practiques con ellas, te podrías meter en problemas.- Le sonreí.
- Que vengan los problemas, los enfrentare como siempre los e enfrentado, con mis puños.
Esta puso una visible cara de disgusto e insistió.
- Mira, sé que de dónde vienes no está mal, pero acá por su religión es inapropiado que tu uses armas, te lo pido de nuevo deja de hacer eso.
Su intención era sincera al parecer así que decidí ponerme en meditación profunda y hacer que fuera mi energía la que practicara no mi cuerpo, esto no lo hacía demasiado porque era más cansado que practicar físicamente, pero estaba obligado a ello.