En un bello día de sol

El día comenzaba bello a esa  horas de la madrugada, los pájaros cantaban, no había nubes en el cielo que molestaran al nuestro lucero, no estaba excesivamente cálido y el viento no incordiaba. Todo aquello era visto desde mi cama en la torre, aspire hondo mirando al mar desde mi ventana. Me levante como todos los días y me vestí y sin comer cosa alguna luego  me dirigí a la terraza con Ariel y Vadis para hacer los rezos matutinos al sol. Estos me reconfortaron como siempre llenándome de gran gozo sabiendo que hoy Ariel iría con migo a recibir los informes de las guardias. Baje llevando al niño en el pecho con un arnés muy delicado de construcción enana  mientras el comía su ración de durazno. Pensaba que Frida era una gran mujer y una muy buena guerrera, muy adecuada para la paranoia que me había invadido sobre que nos espiaban. Esta teoría realmente me había preocupado en la noche y lo peor que no sabía ningún conjuro para defenderme de una observación ni ninguno para detectar un espía, debería redoblar mis investigación sobre el tema.

La carpa estaba limpia, como siempre lo estaba, deje al niño en su cuna y Vadis se recostó a su lado. La enana que se había convertido en mi secretaria me acercaba las tintas y el libro donde trasladaba los informes. El primero en venir a mi carpa fue Axis con los informes de los guardias del día anterior y de la noche. Lo invite a tomar algo mientras los revisaba. Nada especial había esa noche en ellos, todo lo usual, nuevos materiales, alguna gente nueva la cual visitar para presentármele. Seguí leyendo y me entere que  más materiales para las construcciones habían llegado, ya iria a ver todo eso, quería cerciorarme por mi mismo si la seguridad de estos estaban de la forma más adecuada.  Al terminar con este rutinario y divertido papeleo desayunamos con mi estudiante, la enana, Axel, Vadis y Ariel allí mismo algo que yo improvisara para alguien que había estado despierto toda la noche y necesitaba reponer fuerza.

 Mi día comenzaba y su día terminaba, lo despedí augurándoles un buen sueño a mis ayudantes y que no se olvidaran de que a la tarde después de comer habría entrenamiento de magia y de cómo defenderse de ella sin ningún tipo de artilugio ni habilidad más que las de un guerrero promedio.

Despues de que mis quehaceres habían terminado note que había retrasado demasiado  mi entrenamiento en vuelo y decidí hacerlo consiente de que debía aprender bien sobre el vuele, de forma practica ya que la teórica, hasta el momento la tenia bien cubierta.  Tome nuevamente al pequeño, esta vez sobre los brazos y  luego de dejarlo con los niños del poblado y el bardo me fui con Jun a volar, probaría que tan alto podía llegar. Jun ese día se mostraba muy alegre  y no estaba tenso, como solía hacer cada vez que le ponía su montura, si, era más pesada que la de sus compañeros, pero era así ya que para dos personas.

Mientras volaba alto miraba las maniobras de los barcos en altamar, ese día se daría un combate naval extraordinario contra los extranjeros. Aquellos barcos eran tan grandes que no podían aparcar en nuestros muelles, eran fácilmente cinco, seis, o mas veces más grande que el barco de más alto calado que podía aparca en nuestros muelles. Desde donde estaba se los veía como hormiguitas que caminaban por el agua, una multitud muy poblada, y a lo lejos, con mi larga vista vi, muy lejos por cierto, se divisaba el tropel enemigo.  Tan grande y numeroso como el nuestro, pero ni cerca estaba de la robustez de nuestras embarcaciones metálicas. Cada vez volaba más y más alto, el frio me parecía cada vez más agradable y observaba la reacción de Jun con respecto a la altura que lo hacia llevar, pero algo paso que me hizo volar inmediatamente hacia el poblado del elfo, sin avisar ni mediar mucho pensamiento. No solo sentía un déjà vu persistente cerca de mi sino que realmente lo que había visto era tan espantoso que debía comunicarlo con alguien realmente poderoso.

Cuando llegue a la torre  corrí a todos los que me preguntaban que era lo que hacía allí. Abrí la puerta de su laboratorio con la prontitud del miedo y la rudeza al entrar tuve dos déjà vu muy sin sentido.

-              Es urgente, toma tus magias más fuertes y ven conmigo, esto hay que detenerlo.

Este ni lo dudo, es mas, parecía ya estar preparado y ni me pregunto que era. Monto a Jun y partimos acelerados por una magia de este lleno directamente hacia el mar y lo que me espantara.

-              ¿Pero que es eso tan terrible que tienes que mostrarme?.- Dijo finalmente curioso.

-              Ya lo veras.- No podía hablar muy bien por la velocidad que llevaba y por un insecto que me había tragado.

La altura era mucha realmente, pero finalmente lo vio, era un Chatipodi muy grande, pero no como el que habíamos visto antes que a comparación de este no era mas que un pulpo recién nacido, sino uno, repito realmente grande. Para que se den unas dimensiones de su colosal tamaño en una de sus ventosas entraba tres de nuestros gigantescos barcos sin dificultad alguna.

El elfo al contemplarlo se quedó mudo.

-              Es muy grande, de verdad y no hay tiempo de evacuar nada, es más, no creo que exista lugar para escondernos, hay que detenerlo.- Dije de forma increíblemente fría consternado sabiendo que Ariel y todos mis  pequeños estaban en peligro.

-              ¿Pero cómo?.- Dijo tragando saliva el elfo.

-              No hay suficiente hielo en el mundo para detenerlo.- replique.- Y no hay magia tan poderosa como para atravesar el agua, esta a demasiada profundidad, lo que habrá que hacer es que salga a la superficie y allí que lo ataques con tu magia más destructiva. Pero antes retira los barcos, a todos ellos, que vayan a costa y utiliza la magia para decírselos que será más rápido.

El elfo mediante susurros envió su mensaje a toda la flota y fuertes. Las embarcaciones comenzaron a dar vuelta, y para mi sorpresa, la flota enemiga también se retiraba. No todo resultaría tan fácil, el Gran Chatapodi estaba atacando los barcos con sus crías, así que bajamos para defenderlos y dar tiempo de salir del altamar.  Allí estaban mis ayudantes defendiendo los barcos, seguramente el elfo les aviso de que necesitaba ayuda, no había tiempo para pensar.

Los enormes tentáculos de estas criaturas querían hundir los barcos pero ya sabía la táctica para vencerlos, pero estas crías no eran una, sino que eran muchísimas escupidas de la boca de la gigantesca madre. El combate fue cruento, salvaje y desesperado, muchos fueron alimento de estas criaturas pero no había tiempo de lamentaciones, los caídos ya serian héroes en las tierras de los dioses de estas tierras.

Cuando estos salieron de la parte mas profunda del  mar  volvimos a elevarnos solo el elfo y yo dejando el combate para los marineros , di la orden de que volvieran al fuerte a mis ayudantes, que se mantuvieran advertidos de que lo que pasaría podía traer consecuencias y de que no hubiera pánico entre la población.

Estando elevados vimos  una vez más hacia el cielo y lo vimos, lentamente avanzaba aquella espantos y gigantesca bestia, yo use una magia sónica, lamas poderosa que conocía, pero gastando todas mis fuerzas de mana, todas, no dejando ni una gota. Arroje aquel sonido que iba dirigido al agua con tal volumen que la misma luz se distorsionaba cuando este viajaba y al impactar contra el agua se hicieron hondas por muchos quilómetros. La bestia había recibido  el impacto de forma directa ya que el sonido bajo el agua era mortal a esos niveles y todo surtió efecto. Esta comenzó a extender sus tentáculos hacia nosotros y a elevarse por sobre el mar con la cavidad que era su boca, espantoso lugar lleno de dientes hacia nosotros. El elfo a esta altura hizo algo curioso, nos envolvió con una luz dorada como la que yo hacía cuando tenía ki pero de puro mana y arrojo una incipiente bola blanca lechosa y dorada  de caos puro hacia el monstro. No vi bien el impacto, porque cuando se acercó al Gran Chatipodi, se produzco una luz blanquísima junto con una nube que comenzó a elevarse y que me digieran los del fuerte de pues que parecía un hongo gigantesco. Fuimos protegidos por esta magia dorada y para nuestro placer este se alejaba, ya fuera del control de los extranjeros herido como  de un sangriento sarpullido se tratara, yo supuse que el impacto había sido su barbilla. Yo tuve en ese momento la certeza de que nunca más lo volvería a ver. No recuerdo cuando aterrice, solo sé que dormí por tres días seguidos y cuando me levante vi que todos estaban orgullosos del elfo, de su poder demás de mi habilidad del manejo de Jun en momentos críticos y de mi magia sónica.

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