El libro del tio juan: Noche en la clínica

No se bien que escribir acá a esto me lo pidió el tío Juan.

-              Ya estas grande, lleva un diario para cuando comiences a olvidar.- Dijo.

No entiendo de qué habla, pero el es alguien muy inteligente así que le are caso.  Juan me dijo que me describa, que describa lo que paso en la clínica y todo eso, así que empezare por mí.

Hola, me llamo Santiago y vivo en Córdoba, Argentina y como dice un libro que leí en la casa de mi tío,  tuve “una serie de eventos desafortunados”. Hace unos días se murió mi perro, dicen que mi mamá le puso Toto, porque le gustaba mucho “el mago de oz”. Ella murió cuando yo era chiquito, cuando tenía tres, casi no la recuerdo. Vivo con mi papá, él se llama Lucas, con mi madrasta, que se llama Norma, y con mis dos hermanos que son hijos de Norma. Como decía, Toto se murió hace cinco días, o cuatro, yo estuve muy triste, pero él estaba muy viejo y enfermo, tenía catorce años como yo. Decidí con mi papá llevarlo a la veterinaria de Galetto, que queda en la avenida para la inyección. Llore mucho ese día tanto que a la noche seguía llorando. Al día siguiente enferme y por tres días permanecí en el hospital con mucha fiebre. Estoy confundido, ya que en la clínica cuando tenía fiebre muy alta y veía cosas extrañas que no eran sueños, ya que estaba despierto. ¿Y que eran? Pues cuando cerraba los ojos veía colores, generalmente cosas como nubes de colores verdes o azules que se movían en la oscuridad de los pájaros en bandada formando una estela de colores que me recordaba al alambrado del gallinero de la abuela. Había unos pequeños brillos y decidí observarlos mas atentamente, eran  grises y pequeñitos. Tenia que tener cuidado de  no abrir los ojos  ya que si lo hacia todas las imágenes desaparecían. Lo que veía era algo chiquito y como en diapositiva de las fotos viejas y lo primero que distinguí fue a Toto jugando en un parque que parecía el fondo del Windows de la computadora de mi papá. El saltaba, jugaba y corría, pero cuando quise ir a él, me moví y todo desaparecía. No solo vi esto, también a unas personas que parecían lagartos y estas que estaban en el lado oscuro de la luna. Los espié mientas iban de aquí para allí tocando cosas. Ellos parecían estar muy ocupados pero uno me vio, me señalo y abrí los ojos. Los cerré inmediatamente de nuevo pero no vi nada y pude dormir. Estuve tres días en el hospital y no me quejo, la comida estaba rica ya que me gusta mucho las verduras y acá me la daban muy bien cocinada. También desayunaba muy rico  y la merienda no se quedaba atrás. En la habitación estaba solo, en un tercer piso y la ventana daba a una iglesia que se llama “La Cripta”.

Había una televisión, pero no la prendía ya que  cuando quise verla me comenzaron a doler los ojos por la luz y esa era la razón de  por qué estaba mi habitación muy en la penumbra.

Norma trabaja todo el día en un negocio de venta de cosas de bebe en el shopping y papá en un banco de acá cerca, quien me cuidaba todo el tiempo era el tío Juan. ¿De que trabajaba él? No lo sé, nunca le pregunté. Bueno, si lo hice pero siempre me cambia el tema para no responder así que no lo sé. Él  no se fue de mi lado nunca, él vive cerca de la clínica en un caserón muy lindo, solo se retiraba para bañarse y nada más hasta comía afuera de mi habitación, pero no le dejaron que me diera nada de lo que el traía, aunque eran cosas muy ricas. Al tercer día, o más bien noche me desperté, vi la hora en mi celular y eran las once y treinta y tres  me había quedado sin sueño, ni dolor, nada, como si estuviera completamente curado, aunque algo me dice que el ver a Toto sobre mi cama durmiendo me traerá de nuevo aquí. Le conté a la mañana lo que veía al tío Juan y él me dijo.

-              No todos están preparados para saber lo que vez, mejor cállatelo. O sea, cuéntamelo a mí y a nadie más porque si lo haces te llenaran de pastillas y te cerraran los ojos.

-              ¿Me mataran?- Dije asustado.

-              No tontín, no podrás ver más esas cosas.

-              Pero asusta ver mi perrito muerto y a esos lagartos.

-              Si, asusta al principio pero yo te enseñare a no tener miedo, pero será nuestro secreto.

El me hizo jurar que no le contaría a nadie mis cosas y está bien por mí. Cuando salí de la clínica y fui a visitarlo a la casa después del colegio me regalo este libro y una lapicera muy linda. El libro es de tapas duras, creo que es madera, con muchísimas páginas y con un grabado que parece una serpiente mordiéndose la cola. Dijo que era el escudo de la familia de mi mamá. Pues ya no sé qué más escribir así que hasta la próxima.

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