Días Tensos VII - Epilogo
Me había dormido repentinamente y el sueño era tranquilo, nada fuera de lo común, que jugaba en el patio del monasterio con los aspirantes a monjes y miraba las paredes y cuando comenzaba a captar algo especial en ellas desperté. Lastime de un mordisco el tubo que iba a mi brazo luego de sacarme la mascarilla, mis temores cumplidos, me habían encontrado. El ver a Abu me tranquilizo y el suavemente me recostó y allí comencé a sentir dolor el estómago, muy fuerte cosa que lo refleje con un quejido. Pie o mas bien, al pie de mi cama estaba un lampiño asustado con bata blanca que comenzó a hablar.
- ¿Y usted que cree que hace? ¿Me lo puede decir?
- Duele, estomago.- dije y caí nuevamente a la cama, entonces me colocaron de nuevo aquellos tubos en los brazos y aquella mascarilla, lenta, pero decididamente el dolor se iba.
Mire a Abu sin poder articular palabra, ni telepatía alguna, simplemente con un ligero gesto de los ojos, y el comenzó a hablar.
- Estuviste muy grave, no era una acidez normal lo que tenías, eran cálculos muy avanzados en el estómago, casi te nos vas.
Asentí con los ojos.
- Estas en una tienda hospitalaria montada en el granero, aquí te operaron siete médicos durante catorce horas, se les complico un poco porque sos feral y ellos son médicos de peludos y lampiños.
- Yo…feral…como.
- Pues ellos no saben, pero tu aspecto osuno te favorece con muy pocos cambios a que parezcas peludo, pero eres indiscutiblemente feral excepto con algunas cosas mas que no te hacen un feral cualquiera, el pulgar opuesto, los pies mas largos y pequeñas cosas mas, pero tu sangre y tu estructura es la de un feral.
- Caramba.- Le di una sonrisa y dormí.
Pasaron algunos días de lento recuperarme comiendo como…enfermo pero acompañado por toda una familia que me cuidaba, tuve tiempo mas que largo para pensar que en Pan Do nunca me había enfermado, es mas, nadie enfermaba en Pan Do. Había médicos para indigestiones que venían luego de las comilonas o lastimaduras pero no había otras enfermedades, ok conocí a una doncella casi ciega pero ella nunca me conto que fue al médico, ni como contrajo esa enfermedad ni si estaba tratada, o al menos no lo recordaba. Mi querida Pan Do era un lugar fantástico a pesar de tener lo suyo, pero no era en si un lugar como este pueblo, por todas partes había una cordialidad (por mas que hubiera perros sueltos molestones) aquí parece que estaban al salto con cualquier escusa para atacarse. Fuera de Pan Do todo los días era una sorpresa, siempre cosas impredecibles, en cambio mi hermosa ciudad todo era perfectamente estructurado, mi pregunta es: ¿Cuál de los dos es el que está mal? ¿Pan Do o el resto del mundo?
Todos esos días estudie con una computadora que se doblaba en mi cama ampollada sobre donde comía en la cama, ya que me habían pelado varias partes del estómago para la operación, esto de las computadoras se me daba muy fácilmente y era muy entretenido.
Aunque dejaría para cuando me sanara lo del perro fantasma seguiría investigando sobre aquella zona de donde había templos y descubrí muchas cosas. Era una tierra al este que estaba casi separada del continente por unas montañas muy altas, al parecer las más altas del mundo cartografiado. Trasponiendo esa zona llegaba a donde estaban los templos como el que había en mi pan do, pero cerca de allí, un poco más al sur había otros templos similares, pero no iguales, ya establecería una ruta cuando pueda moverme de aquí.
Música, mi queridísimo amigo, una familia que parecía que nunca había tenido me acompañaba, de pronto me precio muy fría Pan Do.