Déjà vu

A veces no se sintieron sobrecargados, pues este fue un día como ese. Estaba escuchando música mientras caminaba al almacén para comprar frutas, si en ese almacén también vendían frutas, pero no lo escuchaba con audífonos ya que eso me encapsulaba mucho y también quería escuchar mi entorno cuando tuve un Déjà vu, sensación que me dio grima. Se decía en Pan Do que cuando ocurría eso era que habías podido corregir una acción futura volviendo al pasado, así que había que estar atentos. Al entrar al almacén baje el volumen y decidí comprar, y nuevamente lo vi, el orden en que estaban las frutas, por su color formaban una bandera… tonto si pero sentí que era una señal además de que debía comer ese día carne. Así que fui, en el mismo lugar, a comprar un buen trozo para asar, tenia uno buenos ingredientes en mi casa ya que era día de visitar a Urusangal y el trozo que me dio se parecía a la configuración, en el mapa de una provincia cercana. Respire, me relaje y compre hamburguesas, el vendedor supo perdonarme ya que era un muy buen cliente. Tomando las hamburguesas vi que como sello, pequeño había un búho, símbolo de Moloch, y yo sabia bien como se hacían las cosas en ese lugar, así que sin pensar mas lo guarde y me puse a tararear una canción que rezaba el mantra Baba Nam Kevalam. Camine en paz, intentando no ver, cosa que al paso me di cuenta que era estúpido. Los carteles, todos con símbolos, de consumismo, conspiración y de aquella nación de las naves extrañas. Los carteles de alto, símbolo. Vi un partido de balón pie, el once estaba allí, y dos veces, mas símbolos. La música que se anunciaban en los carteles, mas símbolos. Esto ya comenzaba a saturarme, algo me pasaba, rece mi mantra nuevamente, pero ya no me calmaba, al menos no en la medida que necesitaba, entonces busque una parada de bus, me senté allí y me puse a meditar. Poco a poco todo volvía al normal anonimato de la desinformación, pero la sensación de que algo me perdía fue patente. Definitivamente necesitaba la meditación que hice a continuación. Apreté el botón, casi por instinto llame a aquellos que le daba por nombre hombres de negro, vinieron casi al instante, me llevaron en su auto blindado a mi hogar. Fui recibido por Urusangal y su amigo para que cocinara pero les dije que me sentía mal, que solo me prepararía una bebida e iría al gimnasio a entrenar así me relajaba ¿Y adivinen que? Funcionó. Mientras repasaba los movimientos note una secuencia de números, que comenzaba con un calentamiento en dos pasos, luego los ejercicios eran de  tres repeticiones de once veces que cada una duraba veintitrés minutos, suspire y me detuve, tome mi bastón y comencé a practicar posiciones con el. Allí termino lo que llame el día del Déjà vu, esperando, por la comida más deliciosa, que jamás se  repitiera otra vez.

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