Cuatro

  • -              ¿A cuantas cuadras nos quedamos de tu casa?- Dijo luego de que terminara mi agua.
  • -              Pues en esa dirección a cuatro.- Dije señalando una calle.
  • Este se quedó quieto y callado cuando comencé a caminar. Tuve que volver a donde él estaba y preguntarle.
  • -              ¿Pasa algo que no vienes?
  • -              Es que no creo que debamos ir en esa dirección ahora.
  • -              ¿Y porque?- Dije algo extrañado.- No quieres ir a la fiesta.
  • -              Si quiero pero piensa, la Feria Negra es la feria del mundo de los muertos, si caminamos cuatro cuadras hasta tu casa, sería como llevar la muerte allí.
  • -              ¿Y porque?- Le pregunte esta vez más que curioso.
  • -              Porque el cuatro es el número de la muerte. Haremos esto, caminaremos en aquella dirección.- Señalando una calle.- Sin hablar, solo rezando con nuestras cuentas once cuadras, luego cuando cumplamos esta distancia nos sentamos a rezar veintitrés cuentas en honor a los ancestros, luego iremos a tu casa.
  • -              De donde sacas estas cosas. ¿Serán efectivas?
  • -              Resultaron mis rezos contigo así que esto también resultara.
  • -              Buen punto.
  • Entonces tomamos nuestros rosarios comenzamos a caminar y rezar tranquilamente mientras palpablemente algo se arremolinaba a nuestro alrededor pero sin acercarse demasiado, no nos tocaba. Finalmente llegamos a la onceava esquina y nos sentamos en posición de loto los dos,  rezamos al unísono. Parecía que a nuestro alrededor se había reunido mucha gente, que hablaban sobre nosotros pero no podía prestarle atención a sus palabras ya que podía llegar a distraerme de mis rezos. Finalmente llegamos a la cuenta veintitrés y abrimos los ojos, nos sorprendió y dio algo de miedo ver que la en la calle no había absolutamente nadie, no como nos parecía cuando tuvimos los ojos cerrados, ni siquiera estábamos en el lugar que elegimos para sentarnos.
  • Mire para los costados y no reconocía ese lugar, tuve entonces que llamar a Urusangal.  Envié mi ubicación con el comunicador para que me buscara y me dijo.
  • -              ¿Tienes idea dónde estás?
  • -              No, la verdad no, no reconozco nada.
  • -              Pues estas en Nagauta, a cuatrocientos kilómetros de casa.- Hice un minuto de silencio.
  • -              Que cosas, tardare un poco mas en llegar, no habrán la cervezas sin mi.
  • Luego de explicarle donde estábamos a Liu Tong me dijo que eso se debía a que habíamos sido arrastrados al mundo de los muertos y que si no hacíamos las cosas como lo hicimos podríamos no haber podido volver jamás.
  • -              Ya sé cómo iremos a la fiesta y rápidamente.- Dije interrumpiendo su explicación.
  • -              ¿Y cómo será eso?
  • -              Pues volando.
  • -              ¿Un avión? Trajiste dinero.
  • -              Quien hablo de avión, siéntate en el suelo en posición de rezo.
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