Cena en el templo
Me desperté en una cama metálica con estos hombres de negro rodeándome, estaban acercando un instrumento zumbador de aspecto realmente amenazante, al verme moverme estos dijeron.
- Se despertó, apliquen…..
Lo siguiente que recuerdo es que estaba en una sala descansando en una cama muy cómoda, parecía un hotel, moví la cabeza y vi que había alimentos, me acerqué a ellos, vi una nota escrita con una pésima caligrafía, tanto que parecía la mía, esta decía.
“Hola Qwon, soy yo, Qwon, te escribo porque decidí bloquear parte de mi memoria, bien sabes que ya lo has hecho antes, y esta vez no es una excepción. Los hombres que te secuestraron comprendieron muy bien quien eres, tu mismo hiciste comprenderlo a fuerza de palmas de ancestros. Estos extraños hombres de negro dejarán en paz tus papeles, es mas, te los protegerán. Ellos te otorgan esta tarjeta de crédito que está debajo del baso y ese botón muy bonito. La tarjeta sirve para que compres cosas y no necesites apostar para hacerte de fortuna, también están todos tus datos, así que cuídala, de igual forma podrás pedir una si la pierdes o la rompes. El botón es más importante, este dice a los hombres de negro donde estás, si necesitas ayuda o si ves alguna de esas na ves que tanto nos asusta, la parte de como usar el botón no la toqué. Urusangal ya fue avisado donde estás, seguramente mañana para el amanecer llegará, también avise en el templo que retrasarás la visita. Ahora disfruta la comida tranquilamente, un saludo y muchos afectos, te quiere Qwon Pan Do. Post data: quema la carta”
Caramba, si que era una extraña misiva de mi mismo, y si, estoy muy consiente que ya bloque mi memoria para mi conveniencia antes. Con una simple chispa de mis dedos quemé la carta, guarde la tarjeta y me puse el botón. La comida era completamente deliciosa, un gran bufete y luego de comerla por lo contrario no estaba cansado sino pletórico de fuerzas, así que salí del hotel para ver donde estaba. Aquel lugar era un lugar de gran lujo y las ropas que allí tenía también lo eran pero monocromáticas, completamente negras, juntas con unos anteojos negros que me quedaban muy bien. El pasillo denotaba que el lugar era de gran lujo, vi un carro de limpieza con sus trabajadores que al verme me saludaron, yo me encaminé sin rumbo buscando el ascensor, lo encontré para descubrir que me hallaba en el ultimo piso. Baje en aquel lugar y vi que también bajaba gente muy bien, en el sentido de adinerada, no estaba muy acostumbrado a ese roce ni a esos saludos. En la parte baja vi una gran sala de estar, obscenamente lujosa con muchos sirvientes, uno de ellos se me acerco y me dijo.
- Su auto esta listo señor.
Yo le hice caso a donde me llevaba, pero. ¿Mi auto? Yo no tenia auto, es mas no sabia manejar. Cuando salí del hotel vi que había unos patios que rebosaban lujo, buen gusto, estos eran unos jardines realmente ostentosos y muy iluminados en aquella noche brillante.
El auto que me esperaba era uno de esos largos autos con chofer los cuales hablabas con el que conducía por una pequeña bocina.
- ¿Dónde lo llevo señor?
- ¿Hay algún templo en esta ciudad?
- Si, esta el templo mayor de Hu Fang.
- Pues vayamos allí.
- Muy bien.
Y el auto se puso en marcha.
- ¿En que ciudad estoy?
- En la ciudad Mei Lin.
- Caramba, una vez conocí a un achica llamada así.
- Debió ser alguien muy hermosa.
- Si que lo era.
No hable más y buscaba en mi mente la ciudad de Mei Lin, esta ciudad era la última en mi recorrido y si, allí estaba el templo mayor, era de noche, pero seguramente estaría abierto o algo asi, si la suerte me acompañaba podría hablar con algún monje. El monasterio estaba muy iluminado pero su entrada en apariencia vacía, le dije que me bajaría aquí, y que si quería que me esperara. Subí las escalinatas hacia el edificio principal, estas estaban circundadas por unos cañaverales y a la mitad por una entrada que tenía unas papeletas puestas en ellas, me hacía recordar algo que también había olvidado, los exorcismos, muy similar, pero no ocupe muy mi mente en esto y seguí subiendo la entrada del templo estaba tan iluminada y vacía como el resto pero con la diferencia que había una larga mesa con un banquete que no viera antes, me acerqué a el y no quise tocar demasiado, así que solo probé de la sandía y me senté en unos bancos para disfrutar del paisaje que se hacia en aquel lugar a tal altura. Sabía que me estaban observando, me ponía incómodo, pero no veía que eran agresivos, así que decidí seguir con aquel banquete, con un postre que era un pan blanco muy dulce relleno. Me llevé unos cuantos en un plato y me senté debajo de un árbol muy frondoso a comer en paz, tan tranquilo estaba que me saque los zapatos, y luego de disfrutar el banquete decidí balancearme un poco agarrándome de los pies. En este momento fue cuando apareció un monje lampiño muy anciano, de aspecto bonachón, detuve mis idas y venidas y me dedique a mirarlo sentado tomando el dulce que quedaba. Lo miraba fijo y este solo se acerco para palmearme la cabeza, realmente me gustaba cuando hacían eso.
- Bienvenido a casa Shen.
- No soy Shen señor, soy Qwon Pan Do del reino de Smidur.
- Caramba Qwon Pan Do, de que tan lejos vienes. ¿Y que haces en este templo?
- Disfruto de la fiesta, aunque veo que todavía no empezó.
- ¿Fiesta? Si lo dices por el banquete no es para una fiesta, es para la bienvenida de Shen.
- Caramba, parece que ese Shen era alguien muy importante.
- Si que lo era, era la mascota de mi hijo Shun.
- Caramba, debió de ser muy bueno, pero yo no soy Shen señor, yo tengo 23 años y según me dijeron Shen murió hace algo mas de un año.
- Así es, se ve que estas informado. Y dime ¿Te gustan esos dulces? No es asi.
- Viviría el resto de mi vida comiéndolo, nunca había probado cosa semejante, me daría la receta.
- Por supuesto, si quieres come algo mas del banquete a Shen no le molestará..
- Gracias.
Fui al banquete y me sacié, no quería parecer un angurriento así que comí solo de algunas cosas.
- Dime Qwon. ¿Quieres pasar esta noche aquí? Serías bienvenido esta noche y todas las que quieras.
- Si por supuesto. No es que vine solamente de turista, vine a hacer algunas preguntas.
- Deja las preguntas para mañana
- Esta bien, pero bajare para decirle a mi chofer que vuelva al hotel.
- No te precupes por eso, quédate aquí y cuéntame de tu tierra.
- Que te cuente de Pan Do, por supuesto.
Entonces fui por unos bocadillos más y me senté muy cómodo bajo el árbol despreciando en cierta forma todos los asientos que había allí.
- Pues comenzaré por el principio. Pan Do queda en el reino de Smidur, en la isla de Orinoco, en su lado este, y es un lugar muy bello.
Y asi pasé casi toda la noche entre contar y responder preguntas de mi hermosa tierra natal.