Bienvenida
Algunos prepararon la pira en el patio adosando toda la hierba y hojas necesarias a esa construcción de madera. También se preparó la habitación con los amuletos, la pintura roja y las palabras sagradas escritas con tinta negra, yo lo que hacía era purificar mi cuerpo con sahumerios bañándome en ellos como vine al mundo además de utilizar rezos que invocaban la sabiduría de los ancestros.
Mientras estaba en este menester dude, por un instante. ¿Fueron los nervios? No lo sé. ¿Fueron aquellos seres que habían sembrado en mí la duda? Tal vez, todo era una posibilidad. Finalmente comenzaron a hacer mi llamada con el gong y me vestí y camine portando mi rosario de grandes perlas recordando cada uno de nuestros preceptos en una larga letanía. Poco a poco según se me dijo comenzaba a envolverme una energía dorada que se comportaba como la marea que bajaba y que subía siempre manteniendo su centro en mí. Sonaron los pequeños platillos prestándome cuando entre a la habitación, el rito daría comienzo.
Me arrodille en frente del cuerpo atado que estaba en su cama con mi bastón en mano, comencé a rezar.
- Espíritus de los ancestros, espíritus del eco, espíritus del viento de la oquedad, manifiéstense, les tengo un pedido.
Repetí una, dos, tres, muchas veces esto y lo único que hacía era brillar como una fogata en medio de aquella habitación iluminada por velas, cuando don Vittorio comenzó a gritar en unos tonos innaturales que pasaban de un agudo muy lacerante a un grave muy vibrante llamando a sus guardias (que estaban allí por si había una emergencia) para que lo desataran de aquella cama, redoble el pedido.
- Espíritus de los ancestros, espíritus del eco, espíritus del viento de la oquedad, manifiéstense les tengo un pedido.
Parecía que no daba resultado así que arroje sobre el anciano agua bendecida, esta le hizo gritar de dolor como si de braza humeantes se tratara. Todo estaba yendo según el plan hasta el mínimo detalle, así que di el siguiente paso. Nuevamente rece mi letanía y arroje otra vez agua bendita, ahora mis compañeros me rodearon rezando con aquellos sahumerios de aromas secretos. El humo se arremolinaba, casi dejando ver el paso de criaturas que se habían subido a don Vittorio, las que yo tenia en mi lomo eran para romper mi concentración. Yo fui entonces rociado con aquella agua y me dolió, pero no perdí mi compostura y seguí con mis palabras que resonaban armoniosas entre aquella música y rezos.
Finalmente la oscuridad y el humo se arremolinaron arriba del viejo para dejar ver una forma que recordaba a un rostro que se retorcía en su propia estructura, este hablo.
- ¿Quién llama a lo que no debe ser nombrado?
- Yo, Qwon de Pan Do te llamo brea inmunda.
- Me conoces, sorpréndete como sabes de tantas cosas tu que no recuerdas el nombre de tus padres.- Sonreí, esta criatura quería confundirme yo incólume debía de seguir.
- Oscuridad de donde no hay sol ni luna, te llame para que entres en este pequeño juguete.- y le mostré el den-den que había en una caja de oro cerca del bracero ceremonial.
- ¿Tú pretendes hacerme entrar allí? Tu que sabes que yo soy la justicia a los crímenes de este hombre.
Entonces extendió su lechoso pelo golpeándome y tirándome a un costado, dos ayudantes me hicieron incorporar sin dejar de rezar, yo me volví a arrodillar, esta criatura comenzó a reírse.
- No tienes el poder ni la resistencia para encerrarme.
- Yo posiblemente no, pero todos juntos si.- Entonces arroje al brazal unos polvos misteriosos que hicieron retorcerse en su misma carne a la criatura.
- Me llevare al viejo antes que me encierres.
Comencé a usar el den-den, cada golpe, cada repiquetear causaban una vibrante energía traslucida, el viejo se retorcía, entonces me incorpore y me acerque a el. Este ser salido del mismo abismo extendió sus pelos a mi envolviéndome como en un capullo, entonces unos de mis ayudantes arrojo a mis pies unos petardos que asustaron al engendro, y no se detuvo con los estallidos hasta que esta me soltara.
Ahora que estaba a un paso de distancia le acerque el pequeño juguete sin dejarlo de hacer sonar para que una energía pura y plateada salió de este tragando a aquella criatura.
Mire a los guardias que allí había, se habían quedado quietos como se les había ordenado, y sin dejar de rezar saque el cuchillo ceremonial ya que el viejo se retorcía agónicamente sangrando por todos los huecos del cuerpo. Su vientre se le hincho deformándolo completamente y un olor apestoso comenzó a invadirnos, tanto que uno de mis ayudantes y dos guardias cayeron fulminados, yo rezaba cada vez más fuerte palabras misteriosas entonces le corte en la parte más alta del estómago con un tajo no muy grande y este comenzó a supurar un icor muy asqueroso para de entre la grasa de la barriga se asomara una mano.
A una mano la acompaño otra pero armada con un revólver. Luego de estas salieron dos brazos y finalmente emergió un pequeño niño vestido con un lujoso traje negro bien peinado y limpio.
Entonces mis ayudantes lo tomaron antes de que se cayera al suelo a causa de su aturdimiento y lo desnudaron bañándolo en una bañadera de cobre preparada con esencias y agua pura para darle la bienvenida a este mundo, don Vittorio había renacido. El cuerpo y la cama y todo en ella fue quemado en la pira, cuando solo quedaron cenizas estas fueron juntadas y guardadas. Mientras el niño dormía, custodiado por su mayordomo. El resto luego de recuperar la compostura de vomitar los que necesitábamos hacerlo fuimos a beber algo a la cocina, bebimos agua fresca de manantial y comimos pan sin levadura.