Bebiendo en una taberna

Tenía nuevas pieles y más pescado, la mayoría fabricados por mí, no era cuestión de depredar la naturaleza por visitar un pueblo. La técnica para fabricar la carne, las pieles y el pescado era muy similar a la del oro, pero más fácil ya que tenía los originales y la duplicación a partir de allí  es un  punto sencillo.

¿Podría acaso duplicar a un elfo o a un peludo? A veces me lo preguntaba, pero esa era una técnica necromantica prohibida, el crear vida más allá de una simple planta (y solo estas) era algo prohibido, pero ya había transgredido las reglas, un poco mas no me haría mal.

Desempolvamos las pieles y luego de usarlas nos estiramos  en nuestros disfraces para acostumbrarnos al movimiento, por suerte Jun tomaba todo esto como un juego y le divertía, gran bestia es realmente.

Viajamos por tierra gran distancia, simulando las huellas sin problemas y en el camino encontramos unos viajeros de aquel poblado. Luego de saludarlos subieron  a la carreta y viajamos todos muy contentos. Uno de estos elfos me pregunto.

-              ¿Dónde vives? No te hemos visto antes.

-              Vivo en la montaña.

-              Ese es un lugar muy inhóspito.- dice otro.- ¿Y porque decidiste ir allí?

-              Es que huyo de la guerra.

-              Es una fortuna que aquí no allá llegado.

El resto de la conversación fue tonterías casi protocolares para un desconocido, nada profundo, ellos por suerte compartieron algo de un buen vino que tenían en una bota.

-              Yo voy por cerveza al pueblo, esa es mi debilidad.

Todos levantaron sus cuernos y dieron un si, casi un grito en aprobación a mis palabras. Aquellos elfos se llamaba, Gandriel, que era el mayor, Sireste, el menor y Dubar, el del medio. Al llegar al poblado se bajaron y quisieron pagarme, yo me negué por lo bien que la había pasado.

-              No amigos ustedes compartieron de su vino, donde estoy yo solo bebo agua de la nieve.

-              Pues cuando termines con tus cosas te invitaremos una copa más en la taberna.

Entonces nos despedimos prometiendo para la comida del medio día juntarnos a beber algo.

Vendí toda mi mercancía ahora, con el antecedente de productos de buena calidad, más fácilmente y sin tantas vueltas.

Entre tanto comerciar compre golosinas, algo de azúcar morena, un poco de una hierba que era algo narcótica muy utilizada en la altura para no aturdirse, además de tener muchas propiedades curativas, compre y me entere de las propiedades de aquellos hongos, como identificarlos y de donde crecían con la promesa de traerles mas de donde vivía. Lo importante lo deje para el ultimo y esto era mi cerveza, además de cereales y queso.

Todo fue rápido, al menos para mi tiempo personal y al medio día nos bebimos el agua del mar junto con Ariel que probo un poco de vino y le sentó mal.

-              ¿ Y dónde está la madre del niño?.- Pregunto el menor

Un hermano le propino un golpe en el hombro diciendo.

-              No seas metido, no es asunto tuyo.

-              No, está bien, su madre cayo en la guerra, por eso me aleje de mis tierras así dejaba atrás el recuerdo.

-              Bebamos más para olvidar.- Dijo el mayor.

Ariel se fue a jugar con los niños después de comer y yo seguí bebiendo como pez en el océano. Con el pasar de las largas horas comencé a sentirme algo mareado y muy lleno de comida, era mucha mi dicha.

-              Por cierto, en unos ocho días será la fiesta de la fundación al pueblo. ¿Vendrás? – dijo Dubar.

-              Obvio que si, ahorrare unas monedas para la taberna

-              Te invitaríamos a casa.- Dijo Gandriel.- Pero es pequeña, a pesar de eso disfrutaremos de la fiesta todos juntos, con mis otros hermanos y mis padres.

-              Eso será genial.

Nos despedimos yo tambaleando un poco  y fui a la caballeriza, en su camino limpie todo mi organismo del alcohol.  Al salir vi que estaba muy feliz Ariel, así que le compre golosinas para él y sus amigos, disfrute también el ser anfitrión de estos por un corto tiempo ya que no quería encariñarme con nadie de allí. Estas vez no nos persiguieron y cuando estuvimos a larga distancia Jun se saco la piel y tomo con sus garras el carro y nos dirigimos finalmente a nuestro hogar.

-              ¿Papá, cuando volveremos?.- Me pregunto Ariel.

-              En unos días habrá una fiesta.

-              Gracias padre, los niños me habían dicho algo de eso.

-              ¿Y cuéntame que tal son?

-              Son buenos, pero más débiles que mariposas.

-              Ariel, que forma de hablar es esa. Está bien que sean débiles pero le debes respeto y recuerda jamás usar tu fuerza contra ellos.

-              Lo se papá, no lo hare. ¿Y si hacemos alguna competencia?- Allí medite un poco.

-              Pues o bien perderás o ganarás por casi nada a los otros. No debes fanfarronear tus fuerzas.

-              Esta bien papá.- Hizo una pausa.- ¿Cómo era mi mamá?

-              La conocí poco, pero era una mujer muy amable, tu padre era un hombre decidido y recto por lo que pude ver y tu hermano encantador.

-              Algún día me vengare de lo que me hicieron.- Dijo con decisión en sus ojos.

Lo tome de los hombros y mirándolo fijo le dije.

-              Olvida las venganzas, o te arrastraran a la perdición. Si alguien hará algo seré yo, no te crie para que caigas bajo esas paciones.

-              Calma padre, no lo aré.

-              Lo prometes.

-              Lo prometo.

Y me abrazo, luego fui a cocinar la cena.